lunes, 27 de mayo de 2013

Reflexiones / Hausnarketak (II)


¿Tal vez, porque el corazón no se ve, 
y sólo nos fijamos en lo que tenemos delante de nuestros ojos?


La virtud de la puntualidad debería ser mérito y requisito.


Algun@s prefieren estar rodeados de ignorantes, porque no les cuestionan lo que hacen, les siguen como borregos y se creen todo lo que les dicen, aunque no les expongan argumentos que lo defiendan. La historia está llena de ejemplos en los que los  poderosos prefieren gobernar  sobre pueblos ignorantes y, para ello, limitan derechos básicos como el de la educación. Los ignorantes no tienen criterio propio, no saben distinguir la verdad de la mentira, no tienen recursos para hablar y defender ideas propias; cuando su líder habla, ellos agachan la cabeza y asienten porque tienen miedo a perder lo que tienen,  aunque lo que tengan sea simplemente nada, porque les han robado hasta su dignidad. Pero ni se dan cuenta, porque son ignorantes. 

Ahora te toca a ti pensar en cuantos ignorantes conoces. Y si eres de mi pueblo, Zierbena, podrías también pensar si aquí  viven ignorantes y cuántos. Y te sugiero esto porque prefiero pensar que tú no eres uno de ellos.


Cuando paseo por La Arena, a veces, siento como si hubiera concentración de ell@s. 
Son fácilmente identificables por su manifiesta estupidez.


Permitidme recuperar esta genial frase de Eduardo Galeano:
"En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: «Honrarás a la naturaleza de la que formas parte». Pero no se le ocurrió." 

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